Viajar a Kirguistán por libre fue, sin duda, una de las experiencias más auténticas y sorprendentes de todo nuestro recorrido por Asia. Tras una pausa de tres meses en casa, este destino nos devolvió al viaje con más ilusión que nunca. Kirguistán, ese país del que apenas se oye hablar, nos cautivó con su esencia pura, su naturaleza arrolladora y una cultura nómada que sigue muy viva.
No veníamos buscando ciudades monumentales ni lujos. Queríamos montañas, rutas solitarias y yurtas a orillas de lagos a 3.000 metros de altitud. Y lo encontramos. A diferencia de sus vecinos más turísticos como Uzbekistán o Kazajistán, Kirguistán es todavía virgen, y eso lo hace muy especial. Le llaman la “Suiza de Asia Central”, pero te aseguramos que sus paisajes, aunque similares en altura, tienen un carácter único. Aquí el protagonista no es el viajero, sino la inmensidad que te rodea.
Nuestra ruta comenzó en Bishkek, donde lidiamos con alojamientos peculiares y barreras idiomáticas. Pero también hicimos amistades que nos acompañarían en parte del camino. La verdadera aventura empezó cuando nos lanzamos al trekking de Son Kul por libre, atravesando pasos de montaña sin señalizar, cruzando ríos helados a pie y durmiendo con pastores nómadas que nos acogieron sin hablar una palabra de nuestro idioma. Vivimos momentos tensos, sí, pero también mágicos.
Y así siguió la ruta: paisajes de postal en Jeti-Ögüz, la amabilidad de una familia musulmana que nos invitó a cenar en Karakol, la inmensidad de Jyrgalan o la aventura extrema de cruzar la frontera con Kazajistán por una carretera casi sin tráfico. Más tarde vendría el sur, con Osh y la ruta del Pamir, que nos regaló las montañas más imponentes que hemos visto jamás.
Viajar a Kirguistán por libre no es fácil, pero sí profundamente transformador. Es un destino para quienes buscan autenticidad, silencio, y la emoción de no saber qué pasará al doblar la siguiente curva. En esta guía te contamos todo lo que aprendimos, te damos recomendaciones prácticas y compartimos una ruta de 23 días repleta de experiencias reales.
Prepárate para descubrir un país que no necesita artificios para enamorar.
Índice de contenidos
Índice del contenido
- 1. Preparativos para viajar a Kirguistán
- 2. Transporte en Kirguistán
- 3. Mejor época para viajar a Kirguistán
- 4. Gastronomía en Kirguistán
- 5. Seguridad y conectividad
- 6. Nuestro itinerario por Kirguistán
- 7. Qué vimos en Kirguistán
- 8. Presupuesto total por persona
- 9. Curiosidades culturales de Kirguistán
- 10. Consejos para viajar a Kirguistán
- 11. Conclusión
🧳 Preparativos para viajar a Kirguistán
Organizar un viaje a Kirguistán por libre requiere algo más de planificación que otros destinos más turísticos. Aquí te dejamos lo esencial para que llegues preparado y sin sobresaltos.
💰 Moneda y precios
La moneda oficial es el som kirguís (KGS). Es un país bastante económico: comer en restaurantes locales cuesta unos 3 €, y dormir en alojamientos básicos, entre 8 € y 20 € por noche.
Aunque en Bishkek o Karakol hay cajeros, en zonas rurales o durante los trekkings es fundamental llevar efectivo.
💳 Evita comisiones al sacar dinero en el extranjero. Nosotros llevamos siempre la N26, que nos permite pagar y retirar efectivo en cualquier parte del mundo sin sustos. Con este enlace, además, te llevas 10 € de regalo.

🗣 Idioma
El kirguís es el idioma oficial, pero el ruso es el más hablado en las ciudades. En zonas rurales casi nadie habla inglés, así que lleva descargado el traductor de Google (modo offline) y prepárate para comunicarte con gestos y sonrisas. ¡Funciona!
🛂 Visado
Kirguistán permite la entrada sin visado a muchas nacionalidades europeas (hasta 60 días). Si eres de otro país, revisa si puedes tramitar un visado electrónico. Nosotros entramos sin necesidad de visado, lo que hizo todo mucho más fácil.
💉 Vacunas
No hay vacunas obligatorias para entrar, pero se recomienda tener al día la fiebre tifoidea, hepatitis A y B, tétanos y rabia si planeas pasar tiempo en zonas rurales. No vimos hospitales en muchas zonas remotas, así que mejor prevenir que curar.
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🚆 Transporte si vas a viajar a Kirguistán por libre
Moverse por Kirguistán sin tour organizado es totalmente posible, pero requiere paciencia, improvisación y un punto de aventura.
🚐 Marshrutkas y taxis compartidos
Las marshrutkas (minibuses compartidos) son la opción más económica para trayectos urbanos y entre ciudades. Funcionan sin horarios fijos y salen cuando se llenan. Por ejemplo, desde el aeropuerto de Bishkek al centro tomamos la número 380 por unos céntimos.
En rutas interurbanas, también usamos taxis compartidos. Se pacta el precio por persona y se espera a que el coche se llene. En muchos pueblos, este fue nuestro medio principal para moverse.
🖐 Haciendo autostop
Una de las sorpresas del viaje fue descubrir que el autostop en Kirguistán funciona de maravilla. Los conductores suelen ser amables y curiosos, y muchas veces ni siquiera quieren que les pagues. Gracias a esta forma de moverse conocimos a personas increíbles, como Islam, que terminó invitándonos a cenar con su familia en Karakol.
📱 Recomendaciones útiles
- Descarga Map.Me y los mapas offline de Google Maps.
- Haz capturas de pantalla con direcciones en ruso o kirguís.
- Lleva siempre papel y boli: escribir precios o lugares ayuda más que mil palabras.
Y si estás organizando los trayectos con antelación o quieres reservar alojamientos conectados con la movilidad entre ciudades, echa un vistazo a este recurso que usamos varias veces:
🧾 ¿Prefieres tener tus trayectos reservados de antemano? Nosotros combinamos trayectos improvisados con algunos planificados desde casa. Trip.com nos sirvió para asegurar transporte y alojamiento en puntos clave del recorrido.

☀️ Mejor época para viajar a Kirguistán
La mejor época para viajar a Kirguistán por libre depende totalmente de lo que busques, pero si vienes atraído por las montañas, la respuesta es clara: de junio a septiembre.
Durante estos meses el clima es más estable, las rutas de trekking están abiertas y podrás dormir en yurtas sin congelarte. Nosotros hicimos nuestro viaje a finales de verano y pudimos recorrer lugares como Song Kul o Jyrgalan con días soleados, aunque las noches ya eran bastante frías. Llévate ropa de abrigo incluso en agosto si planeas dormir en altura.
¿Y el resto del año?
- Primavera (abril-mayo): buena para visitar ciudades como Osh o Bishkek, pero aún con nieve en las rutas de montaña.
- Otoño (octubre): los colores del paisaje son preciosos, pero muchas yurtas ya están desmontadas.
- Invierno (noviembre-marzo): temporada de esquí en Karakol, pero muy limitada para moverse por otras zonas si no vas a hacer deportes de invierno.
❄️ Consejo: algunas carreteras secundarias cierran por nieve, y los pasos de montaña pueden ser intransitables. Consulta siempre antes si estás pensando en visitar el sur o zonas remotas en meses fríos.
🍜 Gastronomía en Kirguistán
La cocina kirguisa no es precisamente la más refinada del mundo, pero sí refleja muy bien su herencia nómada: platos calóricos, sencillos y pensados para resistir el frío.
🥟 Platos que probamos y recomendamos
- Laghman: fideos caseros con carne y verduras. Nuestro favorito. En Karakol comimos uno espectacular en un restaurante uigur.
- Manti: empanadillas al vapor rellenas de carne. Baratas, contundentes y muy comunes.
- Plov: arroz frito con zanahoria, pasas y carne. Más típico de Uzbekistán, pero también presente en Kirguistán.
- Kymys: leche fermentada de yegua. No nos atrevimos a repetir, pero hay que probarla al menos una vez.
- Samsa: empanadas al horno, perfectas para llevar en rutas de montaña.
Durante el trekking en Song Kul, las familias nos ofrecían siempre té negro con pan casero, mermelada o nata espesa. Una muestra de la hospitalidad kirguisa que nos robó el corazón.
🍽 Dónde comer
En Bishkek hay más opciones internacionales, pero en pueblos como Kochkor o Bokonbayevo lo más práctico es comer donde te alojes o en casas de familias locales. ¡Y no olvides llevar snacks si vas a hacer rutas largas!
🔐 Seguridad y conectividad en Kirguistán
Viajar a Kirguistán por libre es, en general, seguro. Nosotros no tuvimos ningún problema, ni en ciudades como Bishkek ni en pueblos remotos. Eso sí, como en cualquier destino, conviene tener sentido común y estar atentos a nuestras pertenencias, sobre todo en mercados o estaciones concurridas.
Seguridad personal
- En las zonas rurales, la hospitalidad kirguisa es increíble. La gente se desvive por ayudarte, aunque no compartáis idioma.
- En ciudades como Osh o Bishkek, evita caminar de noche por barrios que no conoces. Nada grave, pero mejor prevenir.
- El único “peligro” real fue el de perdernos en plena montaña por seguir un camino mal trazado en Maps.me. Lleva siempre una batería externa, mapas offline y di “sí” al papel y boli.
Conectividad
El acceso a internet en Kirguistán es limitado fuera de las ciudades. En muchos alojamientos rurales no hay wifi, y si haces un trekking de varios días, estarás totalmente incomunicado. Por eso, llevar una eSIM con datos desde el primer día es clave.
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🗺 Nuestro itinerario por Kirguistán (23 días)
Aquí te dejamos el resumen de nuestra ruta de 23 días por Kirguistán por libre, agrupando por zonas para facilitar la lectura y ayudarte a planificar mejor tu viaje:
- Día 1: Vuelo Barcelona – Bishkek
- Día 2–3: Bishkek
- Día 4: Balikchi
- Día 5: Kochkor
- Día 6–7: Trekking Song Kul
- Día 8: Kochkor
- Día 9–11: Bokonbayevo
- Día 12: Jeti-Ögüz
- Día 13–15: Karakol
- Día 16–17: Jyrgalan
- Día 18: Almaty (Kazajistán)
- Día 19–21: Osh
- Día 22: Lago Tulpar
- Día 23: Traveller’s Pass
👉 Este itinerario es flexible. Puedes ampliarlo si haces más trekkings o reducirlo centrándote en la zona del lago Song Kul o Karakol. A continuación, te contamos qué vimos.
🗺 Mapa de nuestro recorrido por Kirguistan
Haz zoom o clic en los marcadores para ver los lugares que visitamos.
Qué vimos en Kirguistán en 23 días
A continuación te contamos, etapa por etapa, qué visitamos en nuestro recorrido por Kirguistán. Todo basado en nuestra experiencia, incluyendo aciertos, imprevistos y esos lugares que no salen en las guías… pero que se quedan contigo para siempre.
Bishkek
Bishkek fue nuestra puerta de entrada a Kirguistán y, aunque no empezó con el mejor pie, acabó ganándose un hueco en nuestra memoria. La llegada fue caótica: alojamientos que no se parecían en nada a las fotos, problemas con el idioma y esa sensación de estar en un lugar donde todo funciona diferente. Pero justo ahí está el encanto. La ciudad nos permitió empezar a entender el país, y fue el lugar donde conocimos a dos viajeras con quienes conectamos enseguida y que formarían parte de nuestra aventura. Entre paseos por plazas monumentales, cafés improvisados y bazares donde regatear se convierte en deporte, Bishkek se convirtió en una buena base para aclimatarnos.
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Balikchi
Aunque Balikchi no suele figurar en los itinerarios turísticos, para nosotros fue un punto de inflexión. Aquí continuamos la ruta junto a nuestras nuevas amigas, compartiendo alojamiento para visitar el cañón de Konorchek. Fue una de esas decisiones improvisadas que acaban marcando el viaje. El cañón nos encantó: paisajes rojizos, formaciones imposibles y una sensación de estar completamente fuera del mapa. A veces los lugares más inesperados son los que más te sorprenden, y Balikchi fue justo eso: un rincón que se convirtió en recuerdo gracias a la experiencia compartida y al entorno natural brutal que lo rodea.
Kochkor
Desde Balikchi seguimos rumbo a Kochkor, un pueblo que sirve de base para muchos trekkings por libre en Kirguistán, incluido el que nos llevó hasta el mítico lago Son Kul. Llegamos con la idea de organizar la ruta por nuestra cuenta, sin agencias, y lo conseguimos, aunque no fue fácil. La CBT (Community-Based Tourism) ofrecía opciones, pero los precios nos parecieron inflados y decidimos buscarnos la vida.
En Kochkor empezamos a sentir ese cambio de ritmo tan kirguís: vida tranquila, calles polvorientas y gente que, aunque no siempre entienda lo que dices, te ayuda sin dudar. Esta parada marcó el comienzo de lo que sería una de las rutas más intensas y espectaculares de nuestro viaje.
💡 Consejo: si planeas hacer rutas desde aquí, organiza todo con tiempo y no te fíes de que «ya saldrá sobre la marcha». A veces, en Kirguistán no hay segunda opción.
Trekking a Song Kul
El trekking hasta Song Kul fue, sin duda, uno de los grandes hitos de viajar a Kirguistán por libre. Queríamos hacerlo por nuestra cuenta, sin intermediarios, y aunque costó lo suyo encontrar transporte hasta Kyzart Pass, al final lo conseguimos. A partir de ahí, nos adentramos en un mundo de valles infinitos, pasos de montaña y soledad absoluta, con apenas un par de locales a caballo cruzándose en nuestro camino.
La ruta no estaba bien señalizada, y en un tramo especialmente complicado, Maps.me nos jugó una mala pasada llevándonos por un desvío confuso. Acabamos frente a un río helado y caudaloso que nos obligó a cruzar descalzos, en uno de los momentos más tensos del viaje. Aunque a ratos lo pasamos mal, juntos lo conseguimos. Al otro lado del río, una familia nos acogió en su yurta, nos ofrecieron té caliente y galletas, y aunque no compartíamos idioma, nos sentimos como en casa.
Dormir en una yurta a 3.000 metros, rodeados de caballos salvajes y con el cielo más estrellado que hemos visto jamás, fue mágico. Aquí, la conexión con la naturaleza y con la esencia nómada de Kirguistán es total. Es duro, sí, pero tremendamente auténtico.
💡 Recomendación: lleva buen calzado, ropa de abrigo incluso en verano y no escatimes en snacks ni agua. Esta ruta exige, pero también te recompensa como pocas.

Bokonbayevo
Bokonbayevo fue una parada llena de contrastes. Llegamos sin alojamiento reservado, tras un viaje incómodo y varias gestiones improvisadas, y acabamos en una casa sencilla con lo justo. Lo que le faltaba en comodidades lo compensó con autenticidad. Desde allí visitamos el Cañón Skazka, uno de los paisajes más espectaculares del viaje, justo al atardecer. Subimos entre tierras rojizas y formaciones surrealistas hasta un mirador que nos dejó sin aliento. El día terminó con un gesto que ya no nos sorprendía: una pareja local nos ofreció llevarnos de vuelta al pueblo sin pedir nada a cambio.
Fue una jornada donde lo inesperado volvió a tener premio. Bokonbayevo no es lugar de grandes monumentos, pero sí de pequeñas lecciones viajeras.

Jeti-Ögüz
Llegamos a Jeti-Ögüz de una forma muy kirguisa: haciendo autostop, después de que una marshrutka nos rechazara por querer hacer un trayecto “demasiado corto”. Un repartidor nos recogió en su camión, y aunque hizo varias paradas, el trayecto fue de lo más entretenido. Nos llevó directamente a la zona de los Seven Bulls, sin cobrarnos más que lo justo para la gasolina. Fue tan amable que incluso nos invitó a comer al llegar.
Subimos hasta un mirador desde el que se ven de frente las famosas formaciones rocosas. Pese al calor y al cansancio acumulado, el paisaje nos pareció increíble: casitas en un valle verde rodeado de montañas rojas, como de otro mundo.
Nos quedó la espina de no haber pasado más tiempo allí para hacer alguna caminata.

Karakol
Karakol fue mucho más que una ciudad de paso. Lo que realmente marcó nuestra estancia aquí fue la gente. Días antes habíamos conocido a Islam, un repartidor que nos recogió haciendo autostop, y con quien conectamos de inmediato. Tal y como habíamos quedado, nos reencontramos en Karakol y nos abrió las puertas de su casa.
Su familia nos recibió con una hospitalidad que nos dejó sin palabras. Nos prepararon un auténtico banquete: lagman, mantis, ensaladas, dulces, fruta y más. Pasamos horas conversando, riendo, compartiendo cultura y tradición. Nos hicieron sentir como en casa. Incluso nos regalaron ropa típica: un pañuelo y un gorro tradicional kirguís. Fue una noche cargada de humanidad y gratitud, de esas que marcan un viaje para siempre.
Más allá de eso, también visitamos el mercado de animales, uno de los más grandes de Asia Central. Aunque interesante, no fue una experiencia fácil si eres sensible con el trato a los animales. Karakol fue contraste puro.

Jyrgalan
Jyrgalan es el tipo de lugar que te hace sentir pequeño. Aislado entre montañas, este antiguo pueblo minero se ha reconvertido en destino de naturaleza, sin haber perdido un ápice de autenticidad. Las casas bajas de madera, los campos abiertos y el silencio absoluto crean una atmósfera que te atrapa desde que llegas.
Nos recibió con barro en los caminos, perros ladrando a nuestro paso y una cuesta infinita hasta nuestro alojamiento. Pero desde la cima, con el valle extendiéndose frente a nosotros, entendimos por qué tantos viajeros lo recomiendan. Aquí no hay tiendas ni apenas restaurantes, solo paz y montañas en estado puro.

Osh
Osh es la ciudad más importante del sur de Kirguistán y un excelente punto de conexión si planeas cruzar hacia Tayikistán. Con un ambiente más tradicional y religioso, aquí se respira otra energía. El lugar más emblemático es Sulaimán-Too, una montaña sagrada con vistas espectaculares sobre la ciudad y fuerte carga espiritual para los locales.
El bazar central es puro caos centroasiático: ideal para probar samsas, curiosear entre especias o simplemente observar la vida cotidiana. También es buen lugar para hacer gestiones prácticas antes de continuar ruta. Aunque llegamos algo cansados, Osh nos sorprendió por su autenticidad y la calidez de los encuentros.

Lago Tulpar y Traveller’s Pass
En el extremo sur del país, el Lago Tulpar nos recibió con cielos despejados y un silencio abrumador. Dormimos en un campamento de yurtas con vistas al Lenin Peak, rodeados de caballos, yaks y un paisaje que parece detenido en el tiempo. El entorno es puro, vasto y brutalmente bello.
Desde aquí emprendimos la caminata hacia el Traveller’s Pass, un trekking exigente pero inolvidable. Entre colinas que parecían dibujadas, marmotas que saltaban a nuestro paso y un aire tan limpio que dolía respirarlo, fuimos ganando altura poco a poco. El último tramo hasta el mirador fue duro, pero las vistas desde lo alto lo compensaron con creces: una de las panorámicas más impresionantes de todo Kirguistán.
Este tramo fue nuestro broche final en el país antes de cruzar a Tayikistán, y difícilmente podría haber sido más épico.

💸 Presupuesto total por persona en 23 días
Viajar a Kirguistán por libre es sorprendentemente asequible. En total, nosotros gastamos 385,70 € por persona durante 23 días, sin contar el seguro ni extras fuera del país. Aquí tienes el desglose por categorías:
- Alojamiento: 137,60 €
- Restaurantes: 55,46 €
- Supermercado/comestibles: 26,28 €
- Transporte local (marshrutkas, taxis, autostop): 39,51 €
- Vuelos internos: 122,09 €
- Lavandería y otros: 4,06 €
- Actividades: 0,71 €
➡️ Total final por persona: 385,70 €
💡 Consejo: Kirguistán es ideal para presupuestos ajustados, sobre todo si te mueves por libre, comes local y eliges alojamientos sencillos.
🎎 Curiosidades culturales de Kirguistán
- La cultura nómada sigue viva. Aunque muchos kirguisos viven en ciudades, pasar el verano en yurtas en lugares como Song Kul o Tulpar Kul es una tradición que perdura. Compartir un té con una familia en su yurta es una ventana directa a su forma de vida.
- Juegos tradicionales a caballo como el kok-boru (una especie de polo con una cabra sin cabeza) forman parte de celebraciones locales. Aunque no asistimos a uno, nos hablaron mucho de ellos como expresión de fuerza y orgullo nacional.
- La caza con águila aún se realiza, aunque en zonas turísticas puede rozar lo escénico. Decidimos no participar, pero entendimos que forma parte del legado cultural de siglos.
- La hospitalidad es sagrada. Desde el primer día nos sorprendió cómo los locales te invitan a comer, a dormir o simplemente a charlar. En Karakol, una familia nos vistió con ropa tradicional y compartió con nosotros una cena inolvidable.
- Idioma y gestos. El ruso es más común que el kirguís en las ciudades, pero en zonas rurales el idioma puede ser una barrera. Aun así, con sonrisas, traductores y mímica, todo fluye.
- Tradición musulmana, trato abierto. La mayoría de la población es musulmana, pero nos sentimos siempre bienvenidos, incluso siendo extranjeros y no compartir su fe. La convivencia es amable, y la curiosidad, recíproca.
🧭 Consejos para viajar a Kirguistán
🗺 Ruta y planificación
- No necesitas visado si eres español y viajas menos de 60 días, pero lleva una copia del pasaporte por si acaso.
- Deja días sueltos para improvisar. Kirguistán es de esos destinos donde los mejores planes no se planean.
- Infórmate sobre los cruces fronterizos si piensas seguir a Tayikistán o Kazajistán.
🚐 Transporte
- Las marshrutkas son baratas pero imprevisibles. El autostop funciona sorprendentemente bien y es habitual.
- No te fíes de los horarios. En Kirguistán, los trayectos empiezan cuando se llena el vehículo.
- Ten siempre efectivo para moverte: muchos conductores no aceptan otra cosa.
🏨 Alojamiento
- Los alojamientos económicos no siempre coinciden con las fotos. Mejor elegirlos sobre la marcha si vas en temporada baja.
- Siempre pregunta si hay agua caliente y electricidad continua, sobre todo en zonas remotas.
🍲 Vida local
- Prueba el kumis (leche de yegua fermentada)… si te atreves.
- Las cenas en yurtas suelen ser frías, lleva snacks por si no te convence el menú.
- El contacto humano es lo mejor del viaje. Sé abierto, curioso y respetuoso.
📱 Tecnología
- Google Translate y Maps.me serán tus mejores aliados. Descárgalos antes del viaje.
- La conexión es limitada fuera de ciudades. Una eSIM de datos es más que recomendable si quieres estar conectado.
- Puedes usar Holafly y estar conectado desde el minuto uno. Tienes un 5 % de descuento con nuestro enlace.

🧭 Conclusión
Viajar a Kirguistán por libre ha sido una de las experiencias más auténticas, humanas y salvajes que hemos vivido. Es un país que te exige, pero también te recompensa con paisajes que parecen de otro planeta, hospitalidad genuina y una forma de viajar que te conecta con lo esencial.
No es un destino fácil, pero ahí está precisamente su magia. Si te gustan los retos, si te atrae lo remoto, y si buscas paisajes sin filtros ni masificaciones, este rincón de Asia Central te va a marcar. Nosotros lo recorrimos sin prisas, con margen para improvisar y sin grandes expectativas. Y eso lo hizo perfecto.
Kirguistán nos enseñó a parar, a aceptar lo imprevisible, y a disfrutar de la sencillez de compartir un té caliente en una yurta con gente que no habla tu idioma, pero que te abre su casa sin dudar.
¿Te ha gustado Kirguistán?
Entonces no te pierdas nuestra guía de Nepal: trekking, cultura y paisajes que quitan el aliento en el corazón del Himalaya.
👉 Ver guía de Nepal¿Ya conoces Kirguistán? ¿Estás pensando en ir?
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